Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1876-1877 (Cortes de 1876 a 1879)
Sesión: 12 de diciembre de 1876
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 144, 3978-3979
Tema: Horas de sesión

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra para rectificar.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Elduayen): La tiene S. S.

El Sr. SAGASTA: Cuando no había Constitución, podía pasar que el Sr. Presidente del Consejo de Ministros quisiera regirnos por una Constitución interna; pero habiendo Reglamento del Congreso, pretender también que éste se rija por un Reglamento interno, francamente me parece que no puede pasar.

Apelar a la práctica, a la historia, a la experiencia para no hacer caso de lo que el Reglamento terminantemente previene, no me parece conveniente, y me lo parece menos aún acudir al recurso de que cuando las resoluciones no son de importancia, no importa que se hagan de cualquier modo. De manera que mañana se le quita a un Sr. Diputado la palabra, se le priva de su derecho, y se le puede decir: no tenga Vd. Cuidado, esto es de poca importancia, eso es transitorio. Porque según ha dicho el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, no siendo permanente, puede hacerse de cualquiera manera. Mañana se opone el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, tal es la fuerza que tiene con la mayoría, a que no se apoye una proposición, a que no se presente un proyecto de ley; no importa eso, no tenga cuidado la minoría, eso es transitorio. Y obrando de esta manera se puede ir destruyendo todo lo que constituye el derecho del Diputado.

Pero es que aun admitiendo esa doctrina de los pre- [3978] cedentes, los que ha citado S. S. no son tales precedentes para este caso. Precedente de 1855. Se trataba de unas Cortes Constituyentes que tenían que constituir el país; se hallaban sin Reglamento, y adoptaron, porque así lo creyeron conveniente, un Reglamento de los anteriores a su reunión, agregándole un Apéndice. ¿Se puede citar este hecho como precedente? De ninguna manera. Pues todos los demás precedentes son por el mismo estilo, y el precedente de estas Cortes, el señor Presidente del Consejo de Ministros menos que nadie, podía traerle aquí como tal precedente.

Se estaba haciendo la Constitución, estaba por discutir el presupuesto, se nos estaba diciendo siempre que el país no podía continuar sin constituirse y sin presupuesto después de tanto tiempo de guerra y después de la época por que habíamos pasado, se nos decía que era necesario aplicarse asiduamente a la constitución del país y a la organización financiera del mismo, y la minoría consintió, aceptó el acuerdo que se tomó entonces, saliéndose de las formas reglamentarias, para que no se dijera nunca que la oposición era obstáculo a la constitución del país. ¡Y ahora se nos cita eso como precedente! ¿Qué Constitución falta que hacer? ¿No estamos constituidos? ¿Tenemos que discutir ahora algún presupuesto? ¿Estamos al fin del año económico? ¿Cómo se puede citar como precedente ese acto de patriotismo de las oposiciones? ¿Es que las oposiciones no deben hacer nunca caso de esas excitaciones de los Gobiernos para que jamás pueda volverse contra ellas la determinación patriótica que adoptaron? Si esto fuera así, cuando viene un Gobierno diciendo que se va a hundir el mundo, que la sociedad perece y que hay que hacer ciertas cosas, deberían contestar las minorías: pues que se hunda el mundo, que desaparezca la sociedad antes que nosotros faltemos a la ley, si luego han de servir de precedentes contra la oposición los actos de patriotismo que viene haciendo. Pero ahora no hay nada de eso, absolutamente nada; nosotros podemos discutir los proyectos de ley que se hallan pendientes, y todos pasarán como el Sr. Presidente del Consejo de Ministros lo deseé.

¿Teme el Sr. Presidente del Consejo de Ministros que las minorías hagan oposición sistemática a algún proyecto de ley?

Yo puedo responder de la minoría constitucional, y creo que también de todas las minorías y oposiciones. Lo que las minorías quieren es precisamente discutir esos proyectos de ley importantes, porque les interesa tanto como al Gobierno, sino más que al Gobierno.

No habrá, pues, oposición sistemática a nada, y todo irá discutiéndose como debe discutirse, sin necesidad de variar el Reglamento en la forma que se va a hacer.

Debo advertir al Sr. Presidente del Consejo de Ministros que entre todos los precedentes que pueda citar no citará uno siquiera, como no sea el caso de estas Cortes por un acuerdo del Presidente más bien que de la Cámara, en circunstancias extraordinarias, cuando iba a empezar el año económico, cuando la Constitución no estaba terminada, cuando todavía estaban humeando las ruinas de la guerra civil; no citará S. S., repito, un sólo caso en que a las proposiciones de ley y a las incidentales se les haya puesto cortapisa. Cuando más, las Cortes y las minorías han consentido en que las preguntas e interpelaciones se dejen para el sábado o para un día cualquiera de la semana, pero jamás las proposiciones; este sería el primer caso. Se ha hecho una vez en estas Cortes, sin discusión; pero desde el momento en que las minorías se oponen, no puede hacerse; yo protesto desde ahora contra lo que hagáis, porque no tenéis derecho para hacerlo. Que el Sr. Presidente del Consejo prorrogue la sesión todos los días el tiempo que guste, que nos proponga sesiones extraordinarias, que haga lo que quiera dentro del Reglamento; pero fuera del Reglamento y habiendo una minoría que se oponga, no es posible hacer nada.

¿Es que queréis tener tiempo para que se aprueben algunos proyectos de ley? Pues en mano del Presidente está; que vaya prorrogando las sesiones a medida que las necesidades lo demanden; pero las prorrogará dentro del Reglamento, que nos obliga a todos por igual, a mayoría, a minoría, al Gobierno y a la Presidencia.



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